En esta ocasión quiero compartir con ustedes un poco de información acerca del origen de la tradición de las quinceañeras ya que forman parte de nuestro folklore actual, espero les guste.
Quinceañeras
El baile de las ilusiones nacientes
Una próspera industria se mueve en torno a las fiestas de quince años, incluyendo tanto a quienes venden los vestidos apropiados para los diversos gustos y los presupuestos como a quien alquila la carroza con figura de calabaza extraída de la Cenicienta; y esto pasa aunque - según dicen algunos - las fiestas de quince años están pasadas de moda, "ya no se usan".
Dígase lo que se diga, no bien la muchacha cumple catorce años se comienza a pensar en los quince años. Se busca a los chambelanes entre los primos, los hermanos y los amigos. La lista de padrinos se elabora con prontitud. El vestido, las copas, el pastel, qué vamos a dar de comer... Sin olvidar la parte central de esta tradición mexicana: el baile, una danza que tendrá a la quinceañera como protagonista de este rito de presentación.
Un poco de historia
Algunos investigadores ubican el origen de esta costumbre en las culturas maya y azteca; adaptación de una costumbre que adoptó elementos ajenos para sobrevivir, aunque su esencia simbólica permanece.
No obstante, los componentes actuales de las fiestas de quince años comienzan en un tiempo más cercano. La sociedad mexicana del siglo XIX se caracterizaba por el afrancesamiento. A finales de este siglo, se comenzó a imitar la costumbre europea de una presentación en sociedad a los quince años, rodeada de un hálito de nobleza, entre valses importados de Viena.
Cuando la clase media mexicana comenzó a consolidarse, en los treinta y cuarenta del siglo XX, imitó la costumbre de la clase alta del festejo de las quinceañeras. La fiesta continuó fortaleciéndose porque grupos populares la asumieron como un ritual que proyecta una imagen social deseable. En la actualidad esta celebración se halla asentada en las tradiciones mexicanas. Para los padres no importan los sacrificios económicos si a la familia le quedan recuerdos arrebatados a la vida gris y tediosa. La pachanga es una forma de trascender lo que somos. Entre más lujosa y estremecedora sea la fiesta, se volverá una mejor muestra de un poder económico y de una capacidad de ascenso social siempre lejanas, pero que gozamos durante el instante de la celebración.
Se celebra aquí y allá
La celebración a las quinceañeras se efectúa en varios países de América Latina, como Cuba y Puerto Rico. En la República Mexicana se realiza en la mayoría de los estados que la integran. En Estados Unidos también se realiza. Se considera como costumbre mexicana, pero también como parte de las tradiciones hispanoamericanas. En ese país se hace un excesivo realce del pastel, volviéndolos gigantes de chantilly, rellenos de durazno o fresa.
Los norteamericanos tienen un ritual equivalente: el Sweet Sixteen. Sin embargo, no equivale en lujo, importancia y simbolismo a la de quince años. En Estados Unidos la fiesta de quince años se llama quinceañera (en español). Ser una quinceañera continúa siendo el sueño de las muchachas latinas.
Formas cambiantes de la tradición
En su origen, la fiesta de quince años posee una tradición simbólica: los chambelanes deben ser quince y catorce las damas de compañía, una pareja por cada año de la festejada. Hay continuidad de esta tradición, aunque ha cambiado por razones económicas y de organización. Un grupo de treinta personas es casi una pequeña compañía de ballet y como tal, hay que mantenerlo, moverlo, darle de comer, invitar a familiares y conexos. Esto encarece los costos de la fiesta. Además, los maestros coreógrafos cobran una cantidad extra por cada chambelán que se agrega después de los cuatro.
A lo anterior se agrega la dificultad de reunir quince parejas que estén juntas desde los ensayos hasta el día de la fiesta. Algunos de los muchachos se ven obligados a actuar como chambelanes y se escapan a la menor oportunidad. Estas situaciones vuelven conflictivo al grupo y provocan que el número disminuya.
Si bien la reducción de parejas se debe a dificultades económicas y sociales, a la larga esta disminución ha provocado la democratización de la fiesta. Si todos se aferraran a las quince parejas, sólo se realizarían fiestas de quince años en altos niveles sociales y militares. Los sectores medio y popular quedarían excluidos. Además, las muchachas y muchachos lo vivirían como a ir a un museo polvoriento.
El no-vals
Antes, en las fiestas de quince años se bailaba fundamentalmente el vals. Este punto se ha modificando. Primero se comenzó a introducir otro tipo de baile, que podía ser uno típico. La fiesta de quince años se relacionaba así con los gustos y fantasías de los padres, y con sus lugares de origen, pero también se conectaba con los festivales escolares de fin de año o del día de las madres, repletos de bailables.
En el estallido de la música disco de finales de los setenta, se ofreció a las jóvenes el papel del bailarín como la estrella de un lugar. Papel codiciable que se introdujo en las fiestas de quince años con el ánimo de que los bailes se hicieran brillantes, y de usar esos pasos en cualquier fiesta u ocasión.
También se fueron dejando de lado los valses vieneses. Se comenzaron a utilizar melodías instrumentales, lentas, que se valseaban de manera pausada, con movimientos laterales y ligeros giros. Se considera que los valses de siempre han sido demasiado usados. Se busca novedad, la moda, las melodías que están sonando en ese momento en la radio. Incluso, en últimas fechas, ya no se considera que sólo se pueda utilizar música instrumental, pues también se ha comenzado a usar melodías populares cantadas. De esta manera, podemos decir que así como la quesadillas, antojo típico mexicano del centro del país, ya no tiene queso en sus ingredientes, al vals de la quinceañera se le sigue llamando así por prolongación de una costumbre, aunque las coreografías actuales manejan escasos elementos de vals.
Coreografía actual
La coreografía actual se ha convertido en una ceremonia danzada que se compone de varios elementos:
* Entrada
* Entrega del último juguete
* Coronación
* Brindis
* Vals
* Ritmo o baile de lucimiento
La idea de dar un último juguete comienza en la clase media a finales de los años setenta y se extiende hacia todos los sectores a principios de los ochenta. Algunas personas sitúan la entrega del último juguete como una tradición que viene del sector rural. Esta costumbre alcanza resonancias míticas antiquísimas.
También se fue imponiendo la idea de que una madrina coronara a la quinceañera, princesa por un día. Se puede entender esta coreografía como la conformación moderna de un rito de paso, del pasaje de la infancia a la vida adulta. Tal vez se introdujo recientemente porque antes no era necesario recalcar tanto que ese era el símbolo de la fiesta, ya que la niña saltaba de su fiesta de quince años a la boda.
En años recientes también se ha impuesto realizar el brindis como parte de la coreografía, con los chambelanes y la quinceañera recibiendo las copas y bebiendo de ellas mientras continúan valseando.
La parte conocida como "la moderna" o "baile de lucimiento" recibe la atención máxima del coreográfo, y también de la quinceañera y los chambelanes, más atraídos por esta danza que por el vals.
"La moderna" se introdujo en esta fiesta a mediados de los setenta y se consolidó en estas fiestas en los ochenta. En la actualidad, los chambelanes y la quinceañera terminan el vals, se quitan las ropas de gala, se visten imitando al grupo o a la cantante de moda y utilizan pasos imitados de los videos musicales.
En la actualidad, hay una tendencia a colocar elementos de utilería, sombrillas, sombreros de copa, y otros pensados para coreografías tipo comedia musical o baile de celebración escolar. El rigor y la introducción de los elementos es tarea de los coreógrafos espontáneos, profesionales o gratuitos, que van extendiendo sus aportaciones como tradición oral, pues no hay ningún método preciso y bien definido por escrito o por escuela.
El sentimiento de la importancia de la coreografía no siempre es compartido por todos los asistentes ni por quienes preparan la fiesta. No hay un padrino de coreografía o de vals que se encargue de sufragar este gasto, y los padres prefieren gastar más en los componentes que harán que los asistentes se sientan a gusto: suficiente comida y bebida. No satisfacer estas necesidades sería mal visto socialmente, mientras que una mala coreografía no será tan criticada. Además, para muchos padres no es necesaria tanta complejidad en la música ni en el baile, con que se baile un vals es suficiente para ellos.
Flexibilidad
La coreografía de quince años no está determinada de manera asfixiante, sino que se trata de partes que pueden adaptarse al gusto de los celebrantes, introduciendo innovaciones. Se le puede agregar de todo y lo asimila bien. De esta capacidad de evolución depende su supervivencia durante todavía un largo tiempo.
Lo cierto es que con vestido largo y olanes o vestido de india tehuana, o sarapes de Saltillo, la ceremonia, el rito, el grito, el trago, el baile resultan indispensables para nuestras ansias de fiesta. El baile de quince años resulta una más de las formas de la celebración de la vida contra la muerte.
Con uno o con quince chambelanes, con música de los Back Street Boys o de Strauss, con pasos valseados, folkloricos o sacados del pop, la fiesta de quince años, a despecho de críticos y sociólogos, se transforma, gira, da vueltas, danza y sobrevive...
Formas cambiantes de la tradición
En su origen, la fiesta de quince años posee una tradición simbólica: los chambelanes deben ser quince y catorce las damas de compañía, una pareja por cada año de la festejada. Hay continuidad de esta tradición, aunque ha cambiado por razones económicas y de organización. Un grupo de treinta personas es casi una pequeña compañía de ballet y como tal, hay que mantenerlo, moverlo, darle de comer, invitar a familiares y conexos. Esto encarece los costos de la fiesta. Además, los maestros coreógrafos cobran una cantidad extra por cada chambelán que se agrega después de los cuatro.
A lo anterior se agrega la dificultad de reunir quince parejas que estén juntas desde los ensayos hasta el día de la fiesta. Algunos de los muchachos se ven obligados a actuar como chambelanes y se escapan a la menor oportunidad. Estas situaciones vuelven conflictivo al grupo y provocan que el número disminuya.
Si bien la reducción de parejas se debe a dificultades económicas y sociales, a la larga esta disminución ha provocado la democratización de la fiesta. Si todos se aferraran a las quince parejas, sólo se realizarían fiestas de quince años en altos niveles sociales y militares. Los sectores medio y popular quedarían excluidos. Además, las muchachas y muchachos lo vivirían como a ir a un museo polvoriento.
El no-vals
Antes, en las fiestas de quince años se bailaba fundamentalmente el vals. Este punto se ha modificando. Primero se comenzó a introducir otro tipo de baile, que podía ser uno típico. La fiesta de quince años se relacionaba así con los gustos y fantasías de los padres, y con sus lugares de origen, pero también se conectaba con los festivales escolares de fin de año o del día de las madres, repletos de bailables.
En el estallido de la música disco de finales de los setenta, se ofreció a las jóvenes el papel del bailarín como la estrella de un lugar. Papel codiciable que se introdujo en las fiestas de quince años con el ánimo de que los bailes se hicieran brillantes, y de usar esos pasos en cualquier fiesta u ocasión.
También se fueron dejando de lado los valses vieneses. Se comenzaron a utilizar melodías instrumentales, lentas, que se valseaban de manera pausada, con movimientos laterales y ligeros giros. Se considera que los valses de siempre han sido demasiado usados. Se busca novedad, la moda, las melodías que están sonando en ese momento en la radio. Incluso, en últimas fechas, ya no se considera que sólo se pueda utilizar música instrumental, pues también se ha comenzado a usar melodías populares cantadas. De esta manera, podemos decir que así como la quesadillas, antojo típico mexicano del centro del país, ya no tiene queso en sus ingredientes, al vals de la quinceañera se le sigue llamando así por prolongación de una costumbre, aunque las coreografías actuales manejan escasos elementos de vals.
Coreografía actual
La coreografía actual se ha convertido en una ceremonia danzada que se compone de varios elementos:
* Entrada
* Entrega del último juguete
* Coronación
* Brindis
* Vals
* Ritmo o baile de lucimiento
La idea de dar un último juguete comienza en la clase media a finales de los años setenta y se extiende hacia todos los sectores a principios de los ochenta. Algunas personas sitúan la entrega del último juguete como una tradición que viene del sector rural. Esta costumbre alcanza resonancias míticas antiquísimas.
También se fue imponiendo la idea de que una madrina coronara a la quinceañera, princesa por un día. Se puede entender esta coreografía como la conformación moderna de un rito de paso, del pasaje de la infancia a la vida adulta. Tal vez se introdujo recientemente porque antes no era necesario recalcar tanto que ese era el símbolo de la fiesta, ya que la niña saltaba de su fiesta de quince años a la boda.
En años recientes también se ha impuesto realizar el brindis como parte de la coreografía, con los chambelanes y la quinceañera recibiendo las copas y bebiendo de ellas mientras continúan valseando.
La parte conocida como "la moderna" o "baile de lucimiento" recibe la atención máxima del coreográfo, y también de la quinceañera y los chambelanes, más atraídos por esta danza que por el vals.
"La moderna" se introdujo en esta fiesta a mediados de los setenta y se consolidó en estas fiestas en los ochenta. En la actualidad, los chambelanes y la quinceañera terminan el vals, se quitan las ropas de gala, se visten imitando al grupo o a la cantante de moda y utilizan pasos imitados de los videos musicales.
En la actualidad, hay una tendencia a colocar elementos de utilería, sombrillas, sombreros de copa, y otros pensados para coreografías tipo comedia musical o baile de celebración escolar. El rigor y la introducción de los elementos es tarea de los coreógrafos espontáneos, profesionales o gratuitos, que van extendiendo sus aportaciones como tradición oral, pues no hay ningún método preciso y bien definido por escrito o por escuela.
El sentimiento de la importancia de la coreografía no siempre es compartido por todos los asistentes ni por quienes preparan la fiesta. No hay un padrino de coreografía o de vals que se encargue de sufragar este gasto, y los padres prefieren gastar más en los componentes que harán que los asistentes se sientan a gusto: suficiente comida y bebida. No satisfacer estas necesidades sería mal visto socialmente, mientras que una mala coreografía no será tan criticada. Además, para muchos padres no es necesaria tanta complejidad en la música ni en el baile, con que se baile un vals es suficiente para ellos.
Flexibilidad
La coreografía de quince años no está determinada de manera asfixiante, sino que se trata de partes que pueden adaptarse al gusto de los celebrantes, introduciendo innovaciones. Se le puede agregar de todo y lo asimila bien. De esta capacidad de evolución depende su supervivencia durante todavía un largo tiempo.
Lo cierto es que con vestido largo y olanes o vestido de india tehuana, o sarapes de Saltillo, la ceremonia, el rito, el grito, el trago, el baile resultan indispensables para nuestras ansias de fiesta. El baile de quince años resulta una más de las formas de la celebración de la vida contra la muerte.
Con uno o con quince chambelanes, con música de los Back Street Boys o de Strauss, con pasos valseados, folkloricos o sacados del pop, la fiesta de quince años, a despecho de críticos y sociólogos, se transforma, gira, da vueltas, danza y sobrevive...
Clásico vals que se interpreta en los XV años